He decidido escribirte esta carta para poder expresar mis sentimientos hacía ti. Tu imagen es la primera y última que recuerdo cada día. Entiendo que ahora estemos en fase de conocernos, por decirlo así.
Ha sido un gran placer volver a estar cerca de ti, y ahora no quiero dejarte escapar. Sé que en el pasado me porte mal contigo, y te pido perdón por ello, por eso ahora no quiero que nos pase nada malo, sino todo lo contrario, que cada día que pase te pueda robar un abrazo, una acaricia o un beso.
He pasado tanto tiempo pensando..., pero he decidido que no voy a forzar nada, que lo que tenga que venir que venga, ya sea bueno o malo.
También te quiero dar las gracias por haberme ayudado a encontrar otra vez el amor, y por todas esas veladas tirados en la cama sin poder dormir.
Gracias a ti he vuelto a confiar en el amor, y darme cuenta que todavía existen chicos de verdad, sinceros y guapos como tú.
También puedo decirte que tú has sido una sorpresa, de las cuáles no se encuentran todos los días, y yo gracias a alguien la he encontrado. Siempre he estado esperando el día en poderte conocerte tan cerca y ahora que lo he hecho puedo decir que mi corazón has invadido. Ahora mismo siento que quiero estar a tu lado, porque cada vez que estoy cerca de ti o cada vez que pienso en ti, me siento cómo dentro de una burbuja, sin saber el camino y sin saber hacía donde voy.
A lo mejor, piensas que esta carta es una tontería, si piensas así, ¡lo siento! Porque, como sabrás, soy demasiado tímido para decírtelo a la cara.
Desearía entregarme a ti por entero, pero ¿y tú reacción? Que sería de mí. Por eso te pido que nunca olvides esta carta que sinceramente y con miedo escribo, para que nunca te olvides de mí, y de lo que por ti siento.
Creo que he sido bastante claro y espero que, si tienes alguna duda, acudas a mí, porque ante todo soy tu amigo y puedes contar conmigo siempre que me necesites.
Espero que hayas entendido mi mensaje, que sobre todo se basa en mi agradecimiento por estar cerca de mí.
Te pido que no te olvides de mí, porque yo no me olvidaré de ti.
martes, 19 de enero de 2010
I Introducción
Sentimientos olvidados que al día de hoy quieren resurgir. Tú los has ayudado. Años en soledad, añoranza de eternidad.
He paseado por aquellos momentos en los que mi corazón supo latir con fuerza. Estampida de hormigas atravesaba mi estómago. Mariposas de diversos colores y texturas se posaban en mi alma para iluminar el sendero oscuro de mi soledad.
Mi soledad se desvanece. Mis sombras desaparecen dando entrada a una nueva época, llena de luz, llena de ti. Es todo muy raro. Mi cuerpo se comporta como si estuviera compuesto por una red de mallas, que en contacto unas de otras hicieran estallar una leve y suave chispa de energía.
Al no sentirte. Mi mente se nubla… Y no actúa con la razón, simplemente se deja llevar por el desazón de no saber si detrás de un adiós, habrá un mañana, o es un hasta siempre.
Mis engranajes se mueven gracias a una fuerza motora aún mayor que la propia electricidad. Las bujías de mi ser son encendidas con esa misma fuerza, esa chispa que necesito día a día y que sólo tú sabes crear.
Después de tantos años olvidados en la soledad y en la melancolía me siento cansado, derrotado. No sé si ni debería saber por donde empezar.
Aquellos sentimientos descuidados que hoy quiero despertar, y así poder auto biografiarlos para la posteridad.
Épocas alegres y a la vez infelices en los cuales uno aprende a amar, a querer, a soñar y a luchar contra la verdad.
Quiero pasear por aquellos momentos en los cuáles descubrí la vida y pude aprender el verdadero significado del amor de saber cuando uno esta enamorado y saber que es correspondido.
Sentía como mi cuerpo flotaba dentro de una burbuja. Burbuja creada sólo para mí, creada para protegerme de tal tentación feroz, como es la lujuria del más sencillo amateur.
No me importaba lo que me dijeran, habladurías sin más. Y mucho menos lo que hacía. Me bloqueaba no sabía como reaccionar. El mundo me ofrecía un camino inexplorado, virgen.
Cruzarlo sería como experimentar una añoranza vivida pero que pocos podemos recordar y percibir con todos los sentidos, los primeros pasos que da un bebe al andar.
Caminar por el es fácil, lo difícil es hacer el camino. Soportar ese duro trance sentimental, que poco a poco iría invadiendo mi ser, mi alma, el todo.
Cuando saturamos la mente y al cuerpo, entramos en un estado débil. En el cual podemos recordar momentos pasados, sobre todo de la infancia, y los convertimos en metáforas cortas, para poder explicar sentimientos nuevos, sacar similitudes y convertirlos en hechos reales o más visibles y perceptibles para el razonamiento humano.
Mi mente parecía un plató de cine, rodeado de cámaras. Viendo desde distintos puntos de vista un recuerdo infantil. Veía a un pequeño Javier en una de las competiciones anuales entre colegios. Corría con el relevo a través de la pista de fútbol del colegio. Delante estaba uno de mis compañeros al cual le tenía que pasar dicho relevo.
La vida sin darnos cuenta se nos repite metafóricamente sin darnos cuenta. Y ahí estaba yo andando, casi corriendo por ese camino virgen e inexplorado, buscando ese relevo que coger y así ganar por una vez, este gran juego, en el cual estamos dentro, la vida sin más.
Mi independencia me mata. La rutina me ahoga y mi alma llora a escondidas, para que mi cuerpo y mi corazón no se derrumben y caigan en un olvido silencioso de miedos y misterios.
Mi ser no es ser. Me flagelo en un mar de dudas. Dudas llenas de tristeza, de sentimientos ya casi olvidados, queriendo ser rescatados, vividos de nuevo, vivir sin más.
Nacemos para morir. El ser humano no es piadoso ni bondadoso. Sólo fingimos serlo. Fingir es el mayor de los verbos escrito en todos los tiempos. Yo ahora finjo poder escribir algo que llene, no sólo a vosotros como lectores, sino a mí como escritor, como persona, o ser humano. Al que cree que todo esto le relaja o le hace escapar, volar del resto de obligaciones de la vida, la rutina del vivir, o del no vivir.
Siento que no vivo. Me encuentro muerto, no sólo pero si muerto. No percibo humanidad en lo que me rodea, sino más que engaño, hipocresía, ignorancia…
Siento que me muero…
“Fue un día, un día como otro de siempre, pues el mundo no tiene más que un día, que se repite hasta el final del mundo.”
(R. Gómez de la Serna)
He paseado por aquellos momentos en los que mi corazón supo latir con fuerza. Estampida de hormigas atravesaba mi estómago. Mariposas de diversos colores y texturas se posaban en mi alma para iluminar el sendero oscuro de mi soledad.
Mi soledad se desvanece. Mis sombras desaparecen dando entrada a una nueva época, llena de luz, llena de ti. Es todo muy raro. Mi cuerpo se comporta como si estuviera compuesto por una red de mallas, que en contacto unas de otras hicieran estallar una leve y suave chispa de energía.
Al no sentirte. Mi mente se nubla… Y no actúa con la razón, simplemente se deja llevar por el desazón de no saber si detrás de un adiós, habrá un mañana, o es un hasta siempre.
Mis engranajes se mueven gracias a una fuerza motora aún mayor que la propia electricidad. Las bujías de mi ser son encendidas con esa misma fuerza, esa chispa que necesito día a día y que sólo tú sabes crear.
Después de tantos años olvidados en la soledad y en la melancolía me siento cansado, derrotado. No sé si ni debería saber por donde empezar.
Aquellos sentimientos descuidados que hoy quiero despertar, y así poder auto biografiarlos para la posteridad.
Épocas alegres y a la vez infelices en los cuales uno aprende a amar, a querer, a soñar y a luchar contra la verdad.
Quiero pasear por aquellos momentos en los cuáles descubrí la vida y pude aprender el verdadero significado del amor de saber cuando uno esta enamorado y saber que es correspondido.
Sentía como mi cuerpo flotaba dentro de una burbuja. Burbuja creada sólo para mí, creada para protegerme de tal tentación feroz, como es la lujuria del más sencillo amateur.
No me importaba lo que me dijeran, habladurías sin más. Y mucho menos lo que hacía. Me bloqueaba no sabía como reaccionar. El mundo me ofrecía un camino inexplorado, virgen.
Cruzarlo sería como experimentar una añoranza vivida pero que pocos podemos recordar y percibir con todos los sentidos, los primeros pasos que da un bebe al andar.
Caminar por el es fácil, lo difícil es hacer el camino. Soportar ese duro trance sentimental, que poco a poco iría invadiendo mi ser, mi alma, el todo.
Cuando saturamos la mente y al cuerpo, entramos en un estado débil. En el cual podemos recordar momentos pasados, sobre todo de la infancia, y los convertimos en metáforas cortas, para poder explicar sentimientos nuevos, sacar similitudes y convertirlos en hechos reales o más visibles y perceptibles para el razonamiento humano.
Mi mente parecía un plató de cine, rodeado de cámaras. Viendo desde distintos puntos de vista un recuerdo infantil. Veía a un pequeño Javier en una de las competiciones anuales entre colegios. Corría con el relevo a través de la pista de fútbol del colegio. Delante estaba uno de mis compañeros al cual le tenía que pasar dicho relevo.
La vida sin darnos cuenta se nos repite metafóricamente sin darnos cuenta. Y ahí estaba yo andando, casi corriendo por ese camino virgen e inexplorado, buscando ese relevo que coger y así ganar por una vez, este gran juego, en el cual estamos dentro, la vida sin más.
Mi independencia me mata. La rutina me ahoga y mi alma llora a escondidas, para que mi cuerpo y mi corazón no se derrumben y caigan en un olvido silencioso de miedos y misterios.
Mi ser no es ser. Me flagelo en un mar de dudas. Dudas llenas de tristeza, de sentimientos ya casi olvidados, queriendo ser rescatados, vividos de nuevo, vivir sin más.
Nacemos para morir. El ser humano no es piadoso ni bondadoso. Sólo fingimos serlo. Fingir es el mayor de los verbos escrito en todos los tiempos. Yo ahora finjo poder escribir algo que llene, no sólo a vosotros como lectores, sino a mí como escritor, como persona, o ser humano. Al que cree que todo esto le relaja o le hace escapar, volar del resto de obligaciones de la vida, la rutina del vivir, o del no vivir.
Siento que no vivo. Me encuentro muerto, no sólo pero si muerto. No percibo humanidad en lo que me rodea, sino más que engaño, hipocresía, ignorancia…
Siento que me muero…
“Fue un día, un día como otro de siempre, pues el mundo no tiene más que un día, que se repite hasta el final del mundo.”
(R. Gómez de la Serna)
lunes, 18 de enero de 2010
¿Qué dirán?
Con la reciente entrada del 2002. El destino había anunciado un cambio en mi vida.
Algo que me dejaría marcado para siempre, al igual que una persona decide en un momento de su vida ser caracterizado por un tatto en su piel. Mi marca no iba a ser un mero hecho estético, sino más bien sentimental y emocional algo imborrable. Seguramente a lo largo de los años, incluso de los siglos, historias similares a la que yo ahora os voy a relatar, les hayan sucedido a diversos seres humanos.
Simplemente matizar que de lo que si estoy seguro, es que esta es mi historia, y de nadie más. Una historia de amor, de pasión, de entrega y de dolor.
Espero que todo este trabajo, autobiográfico, no solamente tenga luz, sino que pueda brillar por su propia fuerza.
Fueron años impresionantemente divertidos, intensos, locos…
Empecemos pues…
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